Nos Robaron Nuestro MacBook Air
/El antiguo computador de Hari (de más de 5 años en ese entonces), desempolvado y listo para usarse por un tiempo.
En realidad, fue la MacBook Air de mi esposo la que se robaron, pero nos afectó a ambos. Un viernes hace dos años, Hari me llamó y me dijo que habían sustraído su bolso de la maletera del automóvil de su amigo. Su computador portátil nuevecito (sí, apenas tenía 3 meses y medio con él) y muchos documentos habían desaparecido. Ambos estábamos aturdidos hablando por teléfono, y yo estaba invadida por la tristeza. Mi esposo es una de las personas más agradables del mundo (¡estoy segura de que cualquier de nuestros amigos puede confirmar eso!) y que esto le ocurriera a él me entristecía mucho. Lo interesante es que apenas terminamos la llamada telefónica, empecé a rezar por la persona que había robado su computador.
Esto es lo que sucede. Sabia que Hari y yo ibamos a estar BIEN. Es lamentable que algo que él había comprado tan recientemente y que es tan costoso, ya no esté. Es fastidioso resolver todos los asuntos y hacer toda la logística para asegurarnos de que estamos a salvo (llamar a los bancos, cambiar las contraseñas, etc., etc.) Pero compraremos otro computador y seguiremos adelante con nuestras vidas. Se convertirá en un “incidente” que podríamos recordar (o no). Nos dio una lección: ser más conscientes y no intentar hacer tantas cosas al mismo tiempo. Pero eso es todo.
¿El ladrón? Estoy segura de que este no es el primer computador que él/ella ha robado. Y a menos que algo cambie, probablemente no será el último. Y por eso mis oraciones. No puedo ni imaginar qué tipo de circunstancia pueden conducir a alguien a vivir la vida de esta manera, pero sí sé que debe ser una llena de miedo y dolor. Debe tener una insoportable soledad de espíritu y rabia. Así que en mis oraciones pedí para que esta persona encuentre toda la felicidad del mundo, y para que nunca más cometa delitos de esa naturaleza (o peores) de nuevo. Y que no solo encuentre la felicidad, sino que los demás estén protegidos de cualquier daño en el futuro.
No recuerdo dónde escuché esta historia corta, pero ese día agradecí mucho el haberla escuchado:
Un Rabino y un amigo estaban caminando por la calle. Un hombre que caminaba rápido empujó al Rabino para apartarlo de su camino y lo lanzó al suelo. Cuando el Rabino se levantó, le gritó al hombre “¡QUE TENGAS TODA LA FELICIDAD DEL MUNDO!” Confundido, su amigo le preguntó “¿Por qué le deseas eso? Mira cómo te ha tratado”. El Rabino le respondió “Un hombre feliz no haría eso”.
Y por eso, espero que esta persona encuentre toda la felicidad del mundo. Y espero que todos nosotros también.
Abrazos,
Judith