La vida no nos debe nada, consejo del NFL

Hace tiempo estaba leyendo un artículo sobre la biografía y la historia de un jugador de fútbol americano de la NFL, cuyo nombre no logro recordar por más que quiero (!) No soy fanática del fútbol americano, por ello no me sorprende que no pueda recordar su nombre, lo cual me entristece porque en ese artículo compartió un consejo que me impactó profundamente (y todavía lo hace hasta este dia). Cuando le preguntaron qué era lo que avivaba su disciplina, perseverancia y esfuerzo, él explicó que cuando era joven su abuela le dijo “la vida no te debe nada”. Él contó que su abuela le había dicho que nada en la vida está garantizado, sin importar cuánto se esfuerce por ello. No se te debe una vida llena con todas las cosas que crees merecer. No se te debe una particular definición de justicia. No se te debe un futuro libre de dolor o tristeza. La vida no te debe nada; nada que vayas a recibir, crear y construir. Incluso en ese momento, puede que hayas trabajado muy duro por algo, y aún así, no se te deba una recompensa de éxito. 

Siento que lo anterior es una verdad que yo ya conocía, pero hubo algo acerca de su declaración y la manera cómo estaba escrito el artículo que realmente hizo clic dentro de mí. Internalizar que la vida no me debe nada, en ningún momento, ha fortalecido realmente mi capacidad de ser resilente.

Siempre me han descrito como una persona perseverante. Si buscas perseverancia en el diccionario, la definición es “constancia en la ejecución de algo a pesar de que sea difícil o que se tarde en tener éxito”. Mi seguridad basada en mi perseverancia me ha ayudado muchísimo a través de los años. Siempre he sabido que sin importar lo que tuviera que hacer, yo lo resolvería. Por lo tanto, nunca he tenido temor de asumir cosas, a pesar de lo grandes o difíciles que sean.

La resilencia se define como “la capacidad de recuperarse rápidamente de las dificultades”. Esta es otra palabra con la cual siempre me sentí alineada, especialmente cuando era más joven y atravesaba situaciones complicadas. Al hacernos mayores, es fácil que nuestro vigor disminuya. Quizás es que has tenido que ser resilente una y otra vez, hasta que empiezas a desgastarte. O tal vez empiezas a creer que ya “has hecho lo que te tocaba” y ahora es momento decosechar los frutos. O tal vez sea una simple característica del paso del tiempo, menor energía física, menor capacidad emocional y mental.  Sea cual sea la razón, la resilencia se puede volver un poco más elusiva.

Ahora, cada vez que recuerdo el consejo que le dio su abuela a este jugador de fútbol americano, siento una calma interior. La vida no nos debe nada a ninguno de nosotros, lo mejor que podemos hacer cuando recibimos un golpe es:

  • Evaluar con calma la situación
  • Reunir todos los recursos que tengamos a mano
  • Componernos
  • Recobrar el estado más saludable que podamos
  • Regresar al ruedo.

Algunos pueden deprimirse con esto, pero a mí me parece muy hermoso. La vida no le debe nada a nadie, independientemente de quiénes sean, de dónde hayan nacido, y de lo que hayan logrado. ¿Qué otra cosa podría hacernos más humanos que esto? ¿Y qué otra cosa podría invocar más nuestra resilencia que esta conexión con la raza humana en general?

¡Espero que esto te ayude! Me encantaría saber de ti, así que deja un comentario a continuación. ¡Si has disfrutado este artículo, compártelo con amigos y familia!

Un abrazo,

Judith